Penas de la lactancia (I): mi hijo me odia

Enviado por: Li noviembre 22, 2017 2 comentarios

De verdad que admiro la maternidad idílica en la que cagas arcoiris cuando das de mamar y el momento de máxima felicidad es cuando sientes esa conexión mística con tu bebé cada vez que te estruja la teta. No voy a decir que no me crea esa maternidad, pero la mía debe venir de la sección de saldos de la sección de preñadas viejóvenes. Y repito, encantada de dar el pecho, pero que no me vendan la burra de que es una experiencia maravillosa porque no lo es. Lo hago, igual que pago impuestos o que sigo las normas de circulación cuando voy en bici, porque creo que debo  hacerlo, pero no lo disfruto. Punto. (Momento de llevarse las manos a la cabeza: «esa lactancia se va a perder». Soy muy cabezona y disciplinada, seguiré mientras crea que debo seguir).

La lactancia tiene momentos muy buenos (me flipa cuando mi hijo termina de mamar de madrugada y automáticamente se hace bola y se recoloca para quedarse frito en mi pecho, es algo muy de animalito y que me hace inmensamente feliz), pero también tiene momentos terribles. El peor, para mí, es la sensación de que mi hijo se calma con todo el mundo menos conmigo. ¿Por qué? Porque soy su máquina expendedora de comida y en ese momento, estoy fuera de servicio.

Entiendo que esto de ‘a demanda’ debería significar ‘EN-TODO-PUTO-MOMENTO’ pero a) yo quiero tener una vida sin tener que pasarme al biberón y b) mi hijo es un zampabollos que engorda unos 400 gramos semanales y que podría ser un pececito, comiendo sin mesura. Antes de que vampirito empezara a vomitar de vez en cuando, le daba pecho por sistema para que se callara y porque lo de ‘a demanda’ sonaba bien. Luego el tío empieza a zampar a todas horas y por cualquier cosa, empieza a tirar tomas enteras y yo digo que ya está bien, así que empiezo a controlar sin que le afecte demasiado (sigue ganando 400 gr a la semana).

Para vampirito, despertarse implica comer. Da exactamente igual que se acabe de dormir después de una toma de dejarme la teta sequísima, él se despierta y es hora de zampar. Cualquier otra persona puede cogerlo al brazo, darle un chupete o ponerlo en el portabebés, pero si lo hago yo se pone frenético porque sabe que yo soy su comida. Es como si en el patio del colegio apareciera tu bocata de chorizo en persona para decirte que ya comerás más tarde si eso. Y es terriblemente frustrante que todo el mundo pueda calmar a tu hijo menos tú, porque tú no tienes ese superpoder. Tu teta, en cambio, sí. Cuando la cosa se pone muy catastrófica, lo meto en el carro y nos vamos a dar la vuelta a la manzana hasta que ha pasado un tiempo prudencial y sí, le vuelvo a dar pecho.

Lo más jevi es que esto solo lo hace de día. Empezamos con muy malas noches y ahora la cosa va mucho mejor. Suele despertarse cada tres o cuatro horas al principio y a lo mejor cada una y media o dos al final si hace las tomas cortas. Las tomas las hace cortas a veces por mi culpa: me quedo sobada y soy incapaz de ayudarle (Tengo mucho pecho que se pone muy duro cuando está a tope y los pezones planos, así que el bebé aún no se apaña solo), así que se despierta en una horita muerto de hambre. Pero, en general, por la noche se porta bien.

El día es otra cosa. No sé si como buen yonki del bracito me echa de menos al despertarse y ponerse potroso es su forma de reclamar la atención o qué pasa. Vampirito se retuerce de dolor con los gases (sé que es con los gases porque solo deja de retorcerse cuando se tira una sinfonías de pedos que ni la mejor mascletà, oigan) y a veces ese dolor le despierta. Se despierta, quiere comer (como siempre que se despierta) pero los gases no le dejan. Mama como el culo, tragando aire, tiene más gases, se encuentra peor y quiere mamar más para reconfortarse (En teoría su posición es buena, mama mal cuando se pone histérico). Entonces vomita y luego está dos horas agilipollado. Así pasamos las mañanas. Hay días buenos (ahora mismo duerme en el portabebés mientras escribo esto) y días infernales (ayer me fui a caminar 2 veces durante 1 hora porque era la única manera de que dejara de llorar como si fueran a desollarle, pero fue llegar su padre y dormirse plácidamente en sus brazos).

Así que sí, soy lo puto peor porque lo de ‘a demanda’ lo adapto a lo que me va bien a mí  (tener algo de tiempo entre toma y toma) y a lo que no hace que mi hijo no se vomite encima una o dos tomas cada día. Yo siempre lo quiero todo: seguir con mi vida y mi trabajo y dar pecho a mi hijo y esta es mi forma de no terminar cayendo en el biberón. Again, aquí estoy dispuesta a ser lapidada sin piedad.

(Por cierto, me está costando la vida sacar tiempo para escribir el blog. El niño me deja el tiempo que me deja, pero está el curro -estoy de baja, I know, pero el negocio es mío y hay cosas que supervisar-, las tareas domésticas -marido y yo compartimos, pero yo paso más tiempo en casa- y la vida social que poco a poco retorna…)

Autor: Li

Deja una respuesta

2 comentarios

  • Pues a mí me encanta ver diferentes versiones de la lactancia! Yo tampoco creía en esa versión edulcorada, pero tuve a mi hija…y ahora me parece precioso. Aunque jodido, sí. Eso de que se calme con todo el mundo menos conmigo, que solo soy dos tetas con envoltorio, jode un poquillo!! No voy a lapidarte por tu postura con la lactancia. Me parece genial! Igual que me parecería genial cualquier otra! Yo he aprendido a apreciarla porque he tenido tres millones de dificultades, y ahora que parecen superadas, lo valoro más (también muy pechugona, pezones planos, tuve una obstrucción, mastitis, gran absceso, drenaje quirúrgico, galactocele, que han intentado vaciarme dos veces con punción…)
    Cada cual que haga con sus tetas lecheras lo que quiera! 😉

    • senseandinfertility

      Madre mía, a ti si que te ha tocado de todo!! Es fantástico que la gente se respete en esto de la lactancia, es uno de los temas más polarizados que he visto últimamente