Paso a paso

Enviado por: Li febrero 9, 2017 2 comentarios

Hoy ha sido un día bueno, pero duro. A veces te das cuenta de que cómo te sientes no es como pensabas que te sentirías y por eso es mejor dejarse llevar y no pensar en lo que va a venir después. Eso ha sido decisivo y así lo hablaba con una amiga esta mañana mientras almorzaba un bocata de jamón y un café descafeinado.

Ella me decía que le ha sorprendido lo bien que llevo todo esto y le explicaba que creo que si lo llevo bien es porque es la primera vez y no he querido saber qué es lo que va después de cada paso hasta que me he encontrado en cada momento. No sabía qué pasaría después de la punción hasta que llegó la punción, no sabía cómo viviría lo de la evolución de mi único óvulo potable hasta que me llamaran del laboratorio… Y así cada pasito, cada consulta, cada llamada o cada dolor de cabeza.

Tengo 38 años y creo que solo ahora tengo la madurez suficiente para vivir todo este proceso sin volverme completamente loca. He aprendido a ser paciente y esta mierda de la infertilidad me está ayudando a consolidar todo lo que he aprendido. He aprendido a controlar el pesimismo y, aunque sigo viviendo con planes B y C permanentemente, no dejo que las neuras negativas me nublen el juicio (repito, a no ser que esté hasta las cejas de hormonas). O a lo mejor es que ya vengo quemada y cansada de serie. A saber.

Desde hace un tiempo, solo cuenta el hoy. Qué tengo que hacer hoy, qué he de tomarme, con quién he de hablar. Por lo que pase mañana me preocuparé directamente mañana porque si me da por pensar realmente en lo que hay un par de pasos más allá, a lo mejor me acojono y lo mando todo a tomar viento.

Un poco de Ocean Colour Scene y, si V (a.k.a. mi marido) se apiada de mí, una pizza para cenar con todo el bacon de la comarca. Mañana ya veremos qué nos depara el día.

Autor: Li

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