A mi yo futuro y beatesperante

Enviado por: Li febrero 5, 2017 3 comentarios

Hola

Por fin has llegado a una betaespera. Ahora, mientras escribo esto en un domingo de febrero con un vendaval del infierno, ese día parece lejos, muy lejos, pero todo llegará. Precisamente por eso, porque yo aún no estoy en plena vorágine hormonal, ni en plena neura de psicosíntomas, creo que es el momento de decirte unas cuantas cosas, más que nada para que recuerdes cómo eres y qué piensas cuando tus hormonas no están montando la rave del siglo en tu cerebro. Desde mi humilde condición de infértil novata, esto es lo que debes tener claro:

1.Has hecho todo lo que estaba en tus manos, ahora tranquila. Has seguido al pie de la letra cada instrucción de tu médico. Has cambiado ligeramente de hábitos para intentar llevar una vida aún más sana, has trabajado como una loca durante semanas para poder despejarte la agenda durante la betaespera. Todo lo que podías controlar, ya lo has controlado. Y aunque te cueste horrores porque las dos sabemos cómo eres y que no puedes soportar que las cosas no dependan de ti, ahora ya no hay nada que puedas hacer (al margen de continuar siendo tan disciplinada con las instrucciones de Mr Gine).

2.Sigue confiando en tu médico. Hasta ahora te ha ido muy bien confiando en él. No dejes que nada de lo que leas ni nada de lo que sientas cambie esa seguridad y esa confianza. Cada cuerpo y cada tratamiento son un universo y el tuyo solo lo conoce él, solo lo controla él. Si te ha dicho que hagas una serie de cosas, es porque cree que es lo mejor para ti. Solo para ti.

3. No te infoxiques. Eso lo tenías claro durante la estimulación de tu primera FIV, pero no dejes que otras historias y otros ejemplos te hundan o te hagan estar eufórica. Tu tratamiento y tu beta son tu tratamiento y tu beta. Sigue alegrándote por los éxitos de las demás como si fueran propios y lamentando los problemas como si también a ti te hubieran clavado un montón de espinas donde más duele, pero nunca te compares. Sigue mirando adelante, concentrándote en lo tuyo. Y, como te he dicho antes, sigue confiando en tu equipo porque son los únicos que conocen tu caso.

4. Haz cosas que disfrutes. Puedes aprovechar para pegarte un maratón con todas las adaptaciones habidas y por haber de las novelas de Austen. Cómete un container de alcachofas, arrasa en el vivero, cómprate el vinilo de tus discos favoritos solo para tener la funda expuesta en el salón. Intenta al menos hacer una cosa al día que te haga mínimamente feliz.

5.No te estreses y aprende a decir que no. Si me haces caso y confías en tu médico, recordarás que te dijo que nada de estrés. Trabaja, porque tú no concibes estar de brazos cruzados, pero trabaja poco a poco, con tiempos razonables, con el teléfono en modo vuelo si lo necesitas. Olvídate de comer delante del ordenador si no es para hacer cosas como actualizar este u otro de tus blogs, olvídate de empalmar reuniones de nueve de la mañana a tres de la tarde sin parar. Te darás cuenta de que si dices que no, en realidad no pasará nada.

6.Sigue cuidándote. Dejar la cafeína fue buena idea. Beber muchísimo menos alcohol fue también una gran idea. No comprarte bocatas, ni ensaladas preparadas, ni risottos preparados, fue una gran idea. Desayunar como toca fue muy buena idea, como también lo es caminar cada día media hora para ir a la oficina. Sigue así. Si la beta es negativa, no podrás reprocharte nada y habrás ganado en salud y en calidad de vida.

7. Modera tus expectativas. No hace falta que te lo diga a ti, que eres una pesimista defensiva de libro. Tampoco hace falta que te repitas cada mañana que todo va a ir bien porque a lo mejor no va bien. Sabes perfectamente que siempre va todo bien cuando las cosas dependen de ti, pero ya hemos dicho antes que esto se te escapa de las manos. Pero no ser una persona optimista no te impide tener una actitud positiva: Si esta vez no funciona, es posible que funcione a la siguiente y que esto no sea más que un paso necesario para el objetivo final. Además, en todo momento has sido consciente de tus posibilidades, no vayas a fliparte ahora.

8. No des mucho la brasa. Tú sabes lo que te ha costado llegar a una betaespera. Acuérdate de la gente que lo tiene igual de mal que tú o peor. Comparte tus miedos, pero hazlo siempre de forma empática. Tú sabes que esto, para ti, es una victoria. Piensa en las personas que aún no han conseguido llegar a este paso tan importante.

9. No cierres la puerta a tu marido. Aunque el cuerpo sea tuyo, el embrión es de los dos. La angustia es de los dos, la esperanza, la incertidumbre, las ganas de mandarlo todo a la mierda también son compartidas. Dile que quieres estar sola cuando quieras estar sola y pídele que se coja el día libre si quieres estar acompañada. Cuéntale eso que te ha tenido toda la noche en vilo. Comparte con él cada miedo, cada (psico)síntoma, cada cosa que no quieras callarte. Si no te entiende él, no lo hará nadie.

y 10. Nunca, bajo ningún concepto, se te ocurra trabajar en pijama. Levántate cada mañana como si fuera el día del juicio final y siéntete bien contigo misma aunque no vayas a moverte de casa. Ya sabes cómo somos nosotras con eso de estar preparadas para los disgustos y lo mal que lo llevamos cuando un bache nos pilla con el pelo sucio, con las uñas mordidas o con unas ojeras de palmo. No te emperifolles como si te fueras de boda, pero date una ducha, vístete como si te fueras al despacho y siéntate en el escritorio. Lo normal, sin excusas y sin complejo de babosa en el sofá.

Espero que este día esté más cerca que lejos, que la primavera llegue pronto, que te deje de doler la zona lumbar, que los días pasen rápido y que la tarde alargue lo suficiente como para que puedas dar largos paseos escuchando a Belle and Sebastian, que seguro que van bien en momentos complicados. Acuérdate de todos los medicamentos, de dormir lo suficiente, de quererte un montón.

Y ya me cuentas cómo ha ido todo

Un beso

L.

Autor: Li

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